viernes, 11 de marzo de 2011

En torno a los orígenes de Puerto del Rosario

            Las primeras noticias.

            Un primer acercamiento a la historia de nuestra ciudad, cabeza de distrito municipal desde 1835, nos llevaría a exponer de forma sucinta las vicisitudes políticas y económicas y el papel que le tocó jugar una vez disuelto el señorío jurisdiccional.
            En la etapa prehispánica, sabemos que se establecieron algunos centros con cierta funcionalidad pastoril, ritual, funeraria y posiblemente defensiva, circunstancia que justifica la reutilización de los mismos en etapas posteriores a la conquista de la Isla. Efectivamente, en la Carta Arqueológica de Fuerteventura se recogen distintas formas de asentamiento dentro de nuestro término municipal: construcciones de piedra seca, aprovechamiento de cuevas o solapones naturales, etc., los podemos contemplar en nacientes de Río Cabras, Playa de Mastrantos, Lomos de Lesque, La Fortaleza o Montaña La Muda.
            La zona oriental de Fuerteventura fue desde siempre visitada por marinos europeos que buscaban la orchilla y los esclavos, y, por eso, mantuvieron en secreto su derrotero, envuelto entre el mito y la realidad. Más prácticos, los pueblos marineros del norte de Africa practicaron frecuentemente razzias sobre nuestra Isla. Unos y otros determinaron que el aborigen usara posiblemente de forma ocasional o estacional aquellos asentamientos hasta la llegada de los europeos a la Isla. Allí, a finales del siglo XVIII Puerto de Cabras inicia su andadura.
            Para comprender mejor el nacimiento o eclosión de Cabras como asentamiento permanente de población, conviene hacer un breve recorrido por la historia del Antiguo Régimen en Fuerteventura.
            Una vez sometida la Isla por el normando Jean de Bethencourt, a principios del siglo XV, estuvo gobernada por el Antiguo Cabildo que controlaba el propio Señor de la Isla, merced a sus prerrogativas en el nombramiento de Alcaldes Mayores; dicha institución alternó sus sesiones entre Betancuria, Antigua y Valle de Santa Inés, y constituía el órgano de gobierno centralizado en la Villa, desde donde organizaba toda la vida civil.
            La organización militar conoció, en cambio, tres momentos:
            Desde los orígenes de la conquista hasta finales del siglo XVI, en que el Señor es Jefe Militar de la Isla, apareciendo a fines del periodo el Sargento Mayor, de nombramiento Real; es la etapa de las cabalgadas sobre la costa africana.
            A partir de mediado el siglo XVII, persiste la doble jefatura militar, aunque la monarquía amplió las prerrogativas de elección de los capitanes de compañías.
            Ya en 1708 se creaba el Regimiento de Milicias, al frente del cual y dada las prolongadas ausencias del Señor, el Coronel asume poderes importantes como Gobernador de las Armas.
            Por su parte la Iglesia jugó un papel importante en la configuración territorial de los futuros municipios constitucionales del siglo XIX, al contemplarse como base territorial la parroquia. Entre 1706 y 1712 se crean sendas parroquias sufragáneas en Pájara y La Oliva; en 1777, nueva parroquia en Tetir y, por último, a finales del siglo XVIII, una redistribución de jurisdicciones parroquiales llevada a cabo por los Obispos Martínez de La Plaza y Tavira, tiene como resultado la aparición de las de Antigua (1785), la de Tuineje (1788) y la de Casillas del Ángel (1790).
            Llegada la etapa constitucional de 1812, los liberales de Cádiz decretaron que los pueblos con más de 1.000 habitantes podían constituirse en municipios, según la jurisdicción parroquial; en Fuerteventura aparecieron los Ayuntamientos de Betancuria, Pájara, La Oliva, Tetir, Antigua, Casillas del Ángel y Tuineje.
© Francisco Javier Cerdeña Armas

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