jueves, 12 de marzo de 2015

El Matorral y la zafra del tomate

En los orígenes de un caserío de Puerto del Rosario
 
Los barrancos de La Muley y Jenejey, Goroy, los pozos de agua de Antoñito Martín, los de los Franquiz, la finca de La Marina, la Rosa de Abajo, el Llano de la Mareta o el Tablero de la Vista, son algunos de los topónimos que adornaron este pago de la capital insular, cuando comenzó a despegar, a medio camino entre el Puerto y la Playa de Caleta de Fustes, en la década de 1920, junto al lindero que separaba las jurisdicciones municipales de Antigua y Casillas del Ángel, porque aquella zona era parte del antiguo municipio, hoy perteneciente a Puerto del Rosario.

Trabajadoras del campo. Archivo fotográfico FEDAC
 
Entre los primeros pobladores se encontraban las familias Perdomo-Arocha, Ramos-Morales, Cruz-Morales, Martín-Hernández, Martín-Rodríguez, Acosta-Barrera, Hernández-Martín, Hormiga Martín, Martín-Marichal, Fulgencio-Jorge, Álvarez-Melo, Hormiga-Marichal…

Apenas medio centenar de personas lo poblaban en la década de 1930, en su mayoría dedicadas a la agricultura y la ganadería, pero también a la pesca en algún que otro barquillo; y veinte años después se habían duplicado…

Nuevas familias procedentes de Antigua y La Oliva, fundamentalmente, se sumaron al proyecto de pueblo: Franquiz González, Franquiz Martín, Franquiz Suárez, Franquiz Fleitas, Hernández-Franquiz…

El agua, abundante en la finca de La Marina, permitía regar pequeñas parcelas que se dedicaban a la plantación de alfalfa y, sobre todo, de tomates que, en época de zafra, atraía a gran número de braceros que procedían, fundamentalmente, de las zonas centro y norte de Fuerteventura.

En 1965 las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística sitúan los efectivos demográficos de El Matorral en torno a los cuatrocientos, unos 365 habitantes; muchos de los cuales eran temporeros ocupados en las plantaciones de tomate que se extendieron por los tableros hasta la desembocadura del barranco de Río de Cabras.

Darias-Hernández, Espinel de Vera, Rodríguez-Cabrera, Alonso-Umpiérrez, Darias-Peña, Pérez-Rodríguez, Figueroa-De León, González-Benítez, González-Hierro, Santana-De León, Padilla-González, Suárez-Cabrera, Ramírez Melián, Padilla-Ruiz, Hierro-Benítez, Montelongo-Reyes, García-Hernández, Pérez-Benítez, Benítez-De León, González Guerra, Hernández García, Gutiérrez Viera, García-Benítez o Vera-Barrios… fueron algunas de las personas y familias que se desplazaron a este caserío del Puerto en la década de 1960, atraídos por la zafra.

Se construyeron cuarterías por los empresarios agrícolas y muchos peones vivían a pie de finca, en casetas temporales acondicionadas por los primeros.

Por aquellos años, y a raíz de este auge poblacional, se acondicionaba el camino vecinal de Puerto del Rosario a Salinas del Carmen que, naturalmente, pasaba por El Matorral. Y, junto a la tiendita se puso en marcha la escuela que pasó de estar en locales alquilados por el ayuntamiento al nuevo centro construido junto a la playa con el plan de construcciones escolares de 1962, con un modelo idéntico al de Tefía o Tesjuates.

Las casas del pueblo en aquellos años se situaban al naciente de la actual carretera, junto al camino vecinal que entonces discurría junto a la orilla, en dirección a Caleta de Fustes y Salinas del Carmen; en aquella zona, frente a la escuela, se construyó la primera ermita que, como todo el barrio estuvo condicionada por el crecimiento de las instalaciones aeroportuarias y se trasladó a la zona que hoy vemos, consolidando así el Barrio Nuevo de El Matorral o, simplemente, El Matorral.

Copyright: Francisco Javier Cerdeña Armas