lunes, 12 de febrero de 2024

Paseo por el Puerto de Cabras que vio Unamuno en 1924

 Recuerdos del Puerto de Cabras que vio Unamuno hace 100 años.


Hoy hablaremos de un entorno histórico de Puerto de Cabras que se nos antoja coqueto y entrañable a través de los recuerdos de quienes por aquí vivimos.

La Plaza de España es uno de esos rincones de Puerto del Rosario que, siendo un solar público municipal, se ha diluido en una larga cadena de despropósitos.

Si mirásemos a su origen encontraríamos un sobrante de los viales que iban conformando la ciudad, aprovechándose como un echadero o fuchadero de camellos, muy cerca del embarcadero, a tiro de piedra del muelle municipal de Puerto de Cabras; un malecón  que siendo construido en la década de 1890, aún recordamos y recordaremos como “el muelle chico”.


Puerto de Cabras veinte años después del destierro de Unamuno.


Podemos ver imágenes de la zona a través de la fotografía histórica, en cuya temática hay muchas y variadas vistas de la calle Ramón Fernández Castañeyra, de norte a sur y de sur a norte, ofreciendo perspectivas de lo que fue uno de los centros neurálgicos de la que hoy es ciudad capital de Fuerteventura. Porque hay fotos de la visita del primer gobernador civil, de la espera del General Primo de Rivera, que no se atrevió a venir, y de Unamuno en la terraza del Casino el Porvenir, del Consistorio municipal y cabildicio, de la casa de don Ramón Castañeyra Schamán con su tertulia…

Y desde aquel “balcón”, antes de estar construida la plaza que nos ocupa, los tertulianos de aquel ateneo podían mirar al mar; la curva del camino de acceso a la Explanada, los viejos almacenes que había sobre el marisco, al sur de la playita del muelle, del malecón y de los barquillos.

Levantando la mirada verían la bahía plagada de veleros y vapores fondeados; se notaría un ir y venir de barcazas y lanchas del servicio portuario, porque la mayoría de aquellos buques no podían arrimarse al muellito, había tan poco calado que los lanchones se acercaban a las amuras de los barcos a recoger y llevar carga y pasaje.

Mirando aquel trasiego en la bahía, nos imaginamos al ilustre confinado esperando a sus contertulios; unos días atrás había desembarcado él mismo del correíllo La Palma, accediendo al lanchón que lo acercó a la escalinata, seguramente en el mismo recorrido que compartió con Rodrigo Soriano y con el policía que los acompañaría en su “fructífero destierro”.

Puerto de Cabras se desperezaba cansado, como lo había hecho, día tras días, desde que hacía seis meses, los militares presidían las instituciones. El hotel de don Paco Medina, la iglesia sin torre, las calles empedradas unas, sin pavimentar otras, que los adoquines sólo se veían en la Explanada y en el muellito municipal. Los camellos ya se iban acostumbrando a encontrarse con vehículos automóviles como el taxi de don Juan Pérez Medina o el del indiano sureño don Matías López…

Durante aquella visita de hace cien años, Puerto de Cabras era un villorrio que no paraba de crecer pero que, a duras penas, rondaría los 1.000 habitantes. En los instantes de aquel confinamiento ya estaba escrita parte de su historia: se desgranaban sus capítulos en las tertulias que el ateneo portuense celebraba desde las últimas décadas del XIX; con la pluma de algunos visitantes ilustres había sido editada y hasta el periódico La Aurora (1900-1906) la había difundido en sus páginas…

Cuando llegaron el ex rector salmantino y el periodista Soriano, guarnecía la plaza el Batallón Cazadores de Fuerteventura 22, con su compañía de ametralladoras y la comandancia militar en la calle León y Castillo; había guardia civil alojada en una casa de la calle de La Marina, frente al cuartel de la tropa de aquel batallón. El cabildo y el ayuntamiento compartían sede, acera y terraza con el Casino, la Ayudantía de Marina y la casa de Castañeyra, donde se encontraba la mejor biblioteca de la isla.

La administración dictatorial, además de atacar a quien pensara diferente, había aprobado una legislación que repercutirá también en la paz institucional de Fuerteventura.

Unos meses antes de la llegada de los “ilustres visitantes”, habían empezado los tiras y aflojas entre Puerto de Cabras y Casillas del Ángel, entre Puerto de Cabras y Tetir, ante un proyecto con el que la institución capitalina aspiraba absorber a los municipios rurales aledaños.

El Estatuto Municipal fue el cauce elegido para presionar sobre Tetir y arrinconar a Casillas con el estrangulamiento y la insumisión fiscal promovidos desde Puerto de Cabras. Algo, efectivamente, estaba cambiando y se hicieron cábalas con redistribuir la isla en tres grandes jurisdicciones municipales…

Extinguir municipios, confinar contestaciones a la política gubernamental, venían a ser la misma cosa en tiempos de aquella primera dictadura del siglo XX. La perspectiva temporal así lo ha confirmado.

Apenas siete días antes de la llegada de Unamuno y Soriano habían desembarcado en Puerto de Cabras una veintena de guardias civiles; no sabemos si esperando o aguardando cuestiones más graves derivadas de la insumisión fiscal sobre Casillas y Tetir, porque aquellos -ya lo vimos- eran tiempos de reajustes jurisdiccionales en la isla, y no siempre fueron pacíficos…

Total que cuando los confinados del centenario se sentaban al amor de la tertulia, ya habían por aquí veintitrés miembros de la Benemérita, incluidas las tres parejas que ya nos acompañaban desde 1898.

La vida seguía con sus baretos y tiendas y, allá en la calle del Puente, la Notaría y el Registro de la Propiedad y la mejor casa de comidas de Fuerteventura, que regentara en su día doña Benigna Pérez Alonso, el hostal la Tinerfeña.

En días de correíllo, el bocinazo de llegada o salida ponía en marcha aquel puertito en el que, 28 años antes, se había recibido a quien había estampado su real firma en el Decreto de Confinamiento de los que hoy nos ocupan. Nada que decir del general presidente del directorio militar que no quiso venir, años después, a Fuerteventura.

Hermosas fincas rodeaban Puerto de Cabras: eran las rozas que constituían el cinturón verde de la naciente ciudad: Roza de don Bernabé, Roza de Fabelo, Roza del Viejo…Roza de los Pozos o de don Secundino. Por el camino del Matorral que atravesaba ésta última, transitaría Unamuno en su paseo hasta Playa Blanca, donde, en lo alto de la “Canterita Blanca” se sentaba a meditar; no sabemos si lo hacía en la Jurisdicción de Casillas o en la de Puerto de Cabras, que allí se encontraban.

Y volvemos a la acera del casino, del ayuntamiento-cabildo y de la casa de don Ramón, entre las calles Fuerteventura, al sur, y Virgen del Rosario, al norte. Nos sentamos de espaldas a tan ilustres edificios y, con los contertulios miramos el mar, el muelle, la bahía…

Y allí delante, aún no estaba la plaza, un rinconcito que sería construido casi cuarenta años después en el solar que donará el amigo de Unamuno al Ayuntamiento; aquel inmueble con el que mercadearon los munícipes en la década de 1970 para convertirlo en el desastre que es hoy aquel punto de la ciudad.

No me extrañaría que a Castañeyra le hubiese gustado dar el nombre de don Miguel a aquella placita de Puerto de Cabras/Puerto del Rosario… ¡Quién sabe! un centenario podría dar para mucho. También para recrear los aconteceres de la Fuerteventura que acogió a nuestros ilustres visitantes.


© Francisco Javier Cerdeña Armas/ Cuaderno de Puerto de Cabras.


miércoles, 7 de febrero de 2024

Despertar en Puerto de Cabras

 Nuestra ciudad es nueva. Apenas bicentenaria. Hay quien dice que aún es menor... Pero ¿Qué más da si son quince o veinte años más o menos?

Algunos hacen cábalas y consultando secretamente los viejos documentos escritos, hurtados a la mayoría por extravíos o incendios, pregonan las inexactitudes de quienes se han esforzado en "recrear" el origen de este lugar, en dar nombre a sus primeros vecinos y en dar algo de luz a las razones o causas que los reunió en este punto de la costa de Fuerteventura.

Pasear por nuestra ciudad es, hoy por hoy, un placer, encanto para los sentidos: paseos, avenidas, reconstrucciones y nuevas arquitecturas no logran desdibujar, en cambio, lo que yo siento cuando pateo por sus calles.

Amanecer en Puerto de Cabras. Cuaderno de Puerto de Cabras

Es cierto que el bullicio de una localidad que crece, muchas veces con claros tintes desarrollistas (todo hay que decirlo), no nos permite escuchar los ecos de nuestros pasos, ¡faltaría más!. La realidad se impone... Pero ese ruido no logra apagar sentimientos, recuerdos, añoranzas... Aquí hay algo que nos trae el propio mar que baña sus orillas, desde Punta Gavioto a Playa Blanca.

Un olor a mar antiguo nos da en la cara. El salitre y las "sebas" acumuladas ocasionalmente en las playas que antaño la orillaban, aquellos rincones en que jugaba la chiquillería y donde los  barquillos marineros descansaban.

Hoy se me antoja que vivimos una tregua con el mar que nos acompaña, que nos acompañó siempre. Pero ya no se escuchan las olas retumbando en los riscos de la orilla, como lo hicieron desde la noche de los tiempos. La mar descansa y, en su ir y venir, acaricia los pies de una población que se atrevió a desafiarla.

Aquellas casas que se arrimaron a la ribera de antaño, hoy están resguardadas por nuevos diseños urbanísticos. Casi podríamos decir que el mar se despereza muchas veces con su aliento salino y que abre en nuestra memoria el recuerdo de viejos temporales, de viejos naufragios, de viejas estampas donde el hombre no podía más admirarlo y otros, con más suerte, fotografiarlo.

Fue así con el Muelle Chico y las continuas embestidas que se prodigaron en un diálogo mucho más airado que el que hoy vemos entre el mar y la ciudad. Entonces casi discutían ambos.

Hoy las calles que pese a sus nuevos edificios, siguen igual de estrechas, se empeñan en agasajar al visitante con recoletos paseos, donde todos, alguna vez, nos perdemos. ¡Hasta aquí llega mi añoranza!

Una magua que se reactiva con algunos vestigios de antaño. Elementos que se suman al recuerdo, que exhiben sus estampas: la iglesia, alguna que otra casona, las sedes institucionales, el cementerio, los hornos, las gavias... Pero también barrancos y "tableros" que fueron el sustrato de la ciudad...

Intento reconcentrarme y la mirada se me escapa hacia las esculturas y los nombres de sus calles para entretenerse como cualquier paseante, sin prisas. Allí está escrita su historia y sus elementos nos muestran la sensibilidad con el arte que se nos muestra al aire libre...

Y el que quiera más calma, también dispone de bibliotecas, auditorios y salas de exposiciones... rincones donde se muestran y atesoran los elementos identitarios, la creación artística y literaria y el esfuerzo por difundir su riqueza inmaterial y su memoria colectiva.

miércoles, 10 de mayo de 2023

Capilla, oratorio... el primer lugar de culto en Puerto de Cabras

El primer espacio destinado al culto en Puerto de Cabras se abrió con licencia eclesiástica en 1812.

La Junta Vecinal para construcción de una iglesia se conformó con habilitar un local en la calle de La Marina, junto al camino de La Oliva, donde no estorbase a las labores mercantiles de este grupo de promotores de nuestra ciudad.

Tal y como se hizo tradicionalmente cuando los vecinos promovían un templo en nuestra isla, lo pensaron en un local -eran comerciantes fundamentalmente- desocupado y alejado del trasiego del embarcadero, donde, en definitiva, no molestase las labores económicas de la zona; conviene recordar que algunas de nuestras ermitas en Fuerteventura, cuentan con barbacana o muro almenado para evitar que el ganado se acercara a las paredes del templo. Con el tiempo estos templos se fueron incorporando a la trama urbana de los distintos caseríos y pagos.

Aquí, en Puerto de Cabras, nuestros pioneros, constituidos en juntas para conseguir los elementos definitorios de una población, la de la iglesia alquiló aquel local que, como decimos, estaría por aquellas fechas alejado del núcleo histórico de la ciudad, lo suficiente para no entorpecer las labores de carga y descargas de los barquillos, de los camellos, del embarcadero.

Aparte de la ficción de Martínez Encinas sobre el control de acceso a la misa, separando a las que llamaba "cosqueras" de las personas "principales", solo sabemos que el santuario estaba ubicado en el conocido como barrio norte, a la margen del barranco de Puerto de Cabras, junto al camino de La Oliva, frente a la bifurcación del sendero que conducía a El Charco, sobre el pequeño acantilado, en lo que luego fuera calle Nueva y, más tarde, de Juan Domínguez Peña; allí estaba el "fuchadero" de los camellos que traían las mercancías por aquellas calles.

Así es que lo que algunos llaman "ermita" estaba efectivamente y como señaló Inma de Armas en su pregón de 2005, cerca de un estacionamiento de camellos. Pero no el próximo a la desembocadura del barranco, junto a la playa; allí, como decimos, resultaría crudo compaginar la actividad mercantil y la religiosa.

Tampoco estaba próxima al "fuchadero" de camellos que estaba junto al camino de Casillas, delante de la casona de Diego Miller, donde estaba la Plaza España desde 1939 a 1970, aproximadamente. Tampoco apuntan las fuentes a que estuviera en la cuesta de la Calle Real, hoy de León y Castillo.

No. Nuestra primera capilla o santuario estuvo donde aún se conserva: en la calle de La Marina, hoy del Gobernador García Hernández, tal y como lo gestionaron desde aquella lejana Junta Vecinal que siguió adelante en su empeño por lograr un templo con arquitectura religiosa típica y con vocación de convertirlo en parroquia independiente de Tetir, algo que les costó mucho más que la segregación político administrativa de la Vega tetireña.

Felices momentos los que vivimos si se logra rescatar este inmueble como patrimonio histórico de la ciudad, tal y como se anuncia últimamente; una idea que compartía el malogrado Elías Rodríguez o doña Elsa Nieves, estamos en la buena línea.

Primitiva imagen de la Virgen del Rosario conservada en la sacristía de la actual iglesia parroquial. Desconocemos si es la primera. (Foto Paco Cerdeña, Cuaderno de Puerto de Cabras)

Licencia:
"Junio 4 de 1812.- ... En vista a lo que se nos expone en el memorial que antecede y de lo informado en su apoyo por nuestro Vicario de la isla de Fuerteventura, concedemos a éste facultad para reconociendo, acompañado de notario, la sala que tienen preparada los vecinos del Puerto de Cabras, para que les sirva interinamente de oratorio público por los justos motivos que exponen, y hallándola con la decencia correspondiente de todo uso común doméstico, y adornarla, completamente de ornamento y vasos sagrados, ponga su aprobación, precediendo ésta el que los vecinos se obliguen con la formalidad necesaria a la dotación del capellán y a los reparos y demás necesario a dicho oratorio, y en este caso, usando de nuestras facultades en bien espiritual del mencionado vecindario, concedemos licencia para que en el referido oratorio se pueda celebrar el santo sacrificio de la misa, y cumplir con el precepto en los domingos y días festivos todos los vecinos del dicho Puerto y demás personas que residan o aporten a él; con tal que en nada se perjudique el derecho parroquial; y esta gracia valga solamente por tres años precisos, dentro de los cuales los referidos vecinos habrán de realizar una ermita capaz con la dotación y escritura correspondiente para el capellán y aseo y conservación de ella.- Díjolo Su Ilustrísima el Obispo mi señor que firmó, doy fe.- Manuel Obispo de Canarias.- Por mandato de Su Ilustrísima el Obispo mi Señor, Licenciado Santiago Verdugo, secretario."

Escritura de dotación
Fue otorgada en Puerto de Cabras, isla de Fuerteventura, el 5 de septiembre de 1812, ante el escribano Francisco García, y la firmaron por sí y por los que no supieron firmar: Diego Miller, Cristóbal Molina, Manuel Martos, José Francisco Velázquez, Fernando Mesa, Antonio Borges, Miguel Jayme, Ginés de Cabrera, Blas González y Sebastián Acosta.



jueves, 19 de enero de 2023

Santa Inés 2023

Recordando una vieja costumbre: El sorteo de diputados regidores del cabildo de Betancuria en Valle de Santa Inés

Pues ya estamos en la fiesta más fría de Fuerteventura, la primera del año, después la de Fray Andrés y de la de San Sebastián; pero éste último, conviene recordarlo, ya no tiene templo, lo destruyeron en Vega de Río Palmas en la década de 1950-60.

Así es que ¡para el Valle!, tal y como lo hicieron en los siglos XVI y XVII los miembros del ayuntamiento insular de Betancuria para sortear dos de sus cargos de regidores, cuyo ejercicio duraba un año, de fiesta a fiesta. Por eso se les conocía como "regidores cadañeros" y se ocupaban, entre otras muchas cosas, de regular las apañadas y garañonadas.

Por aquellos tiempos el viejo cabildo había convenido en deslindar las áreas jurisdiccionales en que los cadañeros debían ejercer sus funciones: y se imaginaron una línea que iría desde el puerto de La Torre al de la Peña, de costa a costa, de sotavento a barlovento, respectivamente. La raya, hoy difusa, pudo tener una expresión física mediante pared sobre el terreno. En todo caso hay vestigios que nos hablan de aquella posible estructura de piedra seca trepando por la ladera noreste del Morro Velosa, a dar precisamente a los corrales de Guise y, desde allí, por el Morro de la Cruz y los filos hasta el mar del norte.


Miremos ahora a las esculturas de la degollada de Guise, junto al camino del Otro Valle a Betancuria o viceversa, no lejos del descansadero de los muertos. El escultor Emiliano ejecutó el encargo de este conjunto, interpretando el punto de unión o confín de las respectivas comarcas de Guise y Ayose, que son los personajes allí representados.

Volvamos con esa imagen en la retina por el camino de Santa Inés, acerquémonos a la ermita, supongamos que es el día de la mártir, que las puertas están abiertas y que, poco a poco, la gente se va concentrando y buscando el soco en el remanso de aire quieto que forma la nave y la sacristía, donde, además, la hornacina del estribo de ese lado, recuerda que allí se celebraría la escenificación del sorteo de los regidores de las comarcas de Guise y de Ayose.

La imagen de los colosos que veíamos en la Montaña como homenaje a los reyes de la vieja Maxorata, deviene en sendos personaje cuyos nombres se pronunciarán en voz alta después de la función religiosa y del sorteo. Con asistencia de vecinos de toda la isla se iba a a desarrollar un acto que preferimos contar en palabras del escribano del cabildo de Betancuria. Pongamos que sea el 21 de enero, pero de 1609; veamos qué y cómo nos lo narra en los papeles de la institución de la mano de sus transcriptores, Roberto Roldán y Candelaria Delgado; en extracto dice así:

En Fuerteventura, en 21 de enero de 1609, estando en la iglesia de Santa Inés, que es en donde dicen El Otro Valle, estando presente el capitán Luis de León Sanabria, gobernador, y el alférez Juan de León Betancor (¿?), y el maestre de campo Blas Martín Armas y Melchor de Armas, regidores, ante mí el escribano... para elegir y nombrar regidores diputados cadañeros que salgan por suerte... señalaron [tres nombres para la parte de Guise y otros tres para la parte de Ayose] para que el que saliere por suerte de una y otra parte ejerzan el tal oficio de regidores diputados... y habiendo escrito los [seis nombres], cada uno en su cedulita con otras tantas en blanco, se metieron en un canjilón adonde se removieron bien y fue llamado un niño [de nombre] Sebastián y le fue mandado meter la mano dentro... y sacara una cedulita... [después de una cédula en blanco] sacó del dicho canjilón otra cédula en la que salió escrito el nombre de Baltasar Betancor, por regidor de la parte de Guise. Y luego... volvió a meter la mano y... [después de dos cédulas en blanco] sacó otra cédula en la que salió escrito el nombre de Marcos Perdomo Cabrera, regidor de la parte de Ayose, de lo cual yo el escribano doy fe...

Hecho el sorteo y proclamados regidores cadañeros se les llamó para que tomaran posesión y jurasen el cargo que debían desempeñar hasta enero de 1610. Así fue con Marcos Perdomo, que estaba presente y al que el alguacil buscó entre la concurrencia; Baltasar Betancor, que no estaba en el acto, se le hizo llegar la orden de que compareciera a la Villa al día siguiente, para jurar y posesionarse de su diputación.

Cuenta la historia que así aconteció hasta mediados del siglo XVII en que el proceso y los cargos desaparecieron, como las propias jurisdicciones, que cayeron en desuso al erigirse las nuevas parroquias en Pájara y en La Oliva pues las comarcas de Guise y Ayose que, a efectos administrativos, recuerdan a dos pedanías de la Villa, entraron en desuso a partir de la primera década del siglo XVIII.

Al caer la tarde, con los recuerdos de esta elección, regresamos en nuestro imaginario viaje hasta el tiempo presente y, desde la emoción de lo evocado, me reafirmo en que quizás no se tan descabellado organizar, como parte de nuestras fiestas y de  recreación de nuestra historia, una teatralización en el entorno de la ermita, donde se recojan episodios como este que ya en la década de 1960 destacó Roberto Roldán, logrando que en la fachada del templo se colocase una lápida de mármol recordando que aquí, durante los siglos XVI y XVII, se realizaba el sorteo para elegir a los diputados que administrasen las dos comarcas en que se dividía Maxorata, dejando aparte la privativa península de Jandía, en manos de los administradores del Señorío que fue.

miércoles, 18 de enero de 2023

Bibliografía sobre Puerto de Cabras

 La defensa militar de Fuerteventura en la Segunda Guerra Mundial

Tal es el título del libro que se presentó la tarde noche del 17 de enero de 2023 en la Biblioteca Pública Municipal de Puerto del Rosario. Por fin un tratado que convida a repensar la historia menuda de Fuerteventura en general y de Puerto de Cabras en particular durante el primer quinquenio de la década de 1940. Porque aquellos fueron instantes de nuestro pasado en que la rueda grande la Historia pasó por nuestra isla, toca indagar en la memoria y las "batallitas" (dicho sea desde el respeto con que siempre abordamos nuestros temas en este Blog) de nuestros abuelos, de nuestros mayores, los que vivieron aquellos especiales tiempos de hambre y militarización de nuestra tierra.

Lo presentó el coronel don José Romero Serrano, del Instituto de Historia y Cultura Militar, como coautor y coordinador de una obra en la que además intervienen El Coronel de Caballería don Jesús Martínez de Merlo y el Doctor en Historia por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, don Juan José Díaz Benítez. Lo edita el Ministerio de Defensa, 2023.

Tres grandes bloques estructuran el libro que nos ocupa:

- La amenaza de invasión aliada de Canarias durante la no beligerancia española en la Segunda Guerra Mundial.

- Los desembarcos anfibios en el teatro europeo. Operaciones Torch, Husky y Overlord.

- La defensa militar de Fuerteventura.

El apartado cuatro, consideraciones finales, incluye un documento facsímil del Plan de Defensa Militar de Fuerteventura de 1943, complemento básico para los inventarios de fortificaciones y su incorporación al patrimonio histórico de la arquitectura militar, estructuras defensivas de la época que nos ocupa. Una ruta a considerar en la oferta turística de Fuerteventura.

De los silencios de la obra se abren vías de investigación sobre quiénes construyeron las fortificaciones militares, los nidos de ametralladoras y los asientos de las baterías de costa de Matas Blancas (Jandía) y Bristol, (en Corralejo), qué empresas insulares y quiénes fueron sus obreros... A considerar o retomar la presencia de miembros del batallón de soldados trabajadores forzados que vinieron a Canarias, distribuyéndose por las dos provincias, llegando a Fuerteventura, al menos, un pelotón de aquellos prisioneros republicanos.

Muy recomendable su lectura.





lunes, 2 de enero de 2023

Bibliografía sobre Puerto de Cabras

Un nuevo libro sobre los desterrados de la Dictadura de Primero de Rivera en Puerto de Cabras. La cotidianeidad de nuestra ciudad en aquellos tiempos, una vez más, de la mano de un hecho histórico que trajo a la localidad a dos ilustres confinados.

"Fuerteventura, 1924. El marqués de Cortina, don Miguel de Unamuno y don Rodrigo Soriano a cien años de su destierro. Noticias y escritos desde Canarias a través de la prensa". Aclarador título del último libro de Carmelo Cornelio Torre Torres que abre y anima a nuevas investigaciones sobre aquellos y sobre la isla como prisión.



Se trata de una recopilación de artículos sobre el destierro, escritos por los protagonistas o por periodistas en la prensa de la época, que permitirán al lector comparar las dos visiones personales. En palabras del prologuista, Marcial Morera, la realista de Soriano y la idealista de Unamuno; del político y del poeta, respectivamente.

Basándose en un supuesto olvido del hecho histórico que trajo a los tres desterrados y su estancia de dos de ellos en Puerto de Cabras, el autor hace un somero estudio sobre los otros confinados en la isla a lo largo de toda la Historia. Quizás sea esto último otra de las novedades que aporta.

Que no eran dos sino tres los que mandó a Fuerteventura la Dictadura de Miguel Primo de Rivera; que el tercero no llegó a pisar la isla-cárcel. Sobre sus vidas desgrana Carmelo unos apuntes que nos convidan a curiosear el recopilatorio de escritos que se publicaron por los desterrados y sobre los desterrados.

Desvela, por ejemplo, lo publicado en Le Quotidien, de París, como promesa de transcripción o, tal vez, retandonos a su consulta en la capital francesa. Dumay y su participación en la que el autor llama supuesta fuga o huida de los confinados.

Partiendo de la capital majorera, grande o chica, ¡qué más da!, habla de las excursiones por la isla, pues siendo tierra de destierro, la vigilancia dormía en Puerto de Cabras, donde transcurrió la mayor parte del tiempo de confinamiento...

Ofrece, en fin, una cronología sobre el devenir vital por el que transcurrió la estancia de los ilustres forzados.

Y los artículos localizados en la prensa sobre este episodio en que la historia local y la general se entrecruzan como marco de contexto de una dictadura, constituyen el grueso de la obra.

Prologado por el doctor Marcial Morera Pérez, director de la Cátedra Miguel de Unamuno en nuestra isla, es autoedición de Carmelo Torres, 2022, con subvención del Cabildo de Fuerteventura.

Lo traemos a nuestro blog en atención a que se ocupa de un capítulo de la memoria de Puerto de Cabras que, además de la dimensión universal de los desterrados, nos aproxima a unos instantes de la vida de nuestra capital en tiempos de la dictadura de Primo de Rivera.

jueves, 13 de octubre de 2022

Bibliografía sobre Puerto de Cabras

Bajo el título de "El sur contra el norte. La Oposición a Puerto de Cabras en el caciquismo majorero (1892-1936)", Agustín Millares Cantero nos acerca en su libro a los últimos años del XIX y primeras décadas del XX en la política majorera.
Después de los artículos de Vicente Martínez Encinas en la década de 1970 y del propio Agustín Millares en toda su trayectoria investigadora sobre los orígenes de Puerto de Cabras; tras el corpus bibliográfico que ha supuesto el desarrollo de las Jornadas de Estudios sobre Fuerteventura y Lanzarote desde 1983-84, obras como las que presentamos merecen una atenta lectura.
Porque aborda momentos en que en Puerto de Cabras se construyen sus primeras infraestructuras portuarias y se ponen en marcha empresas como La Esperanza para abastecer de agua a la micro-ciudad; momentos en que se consolida la capital insular, tiempos de reorganización administrativa insular, de plebescito, de ley de Cabildos y de desaparición de la Diputación Provincial, de recomposición municipal, de partido judicial, de dictadura y segunda república... Tiempos de luchas caciquiles que, con trabajos como el que presentamos, dan luz sobre un importante periodo de la política majorera.



Para quien se anime a su lectura, le adelantamos los apartados en que quien fuera pregonero de fiestas de Puerto del Rosario en 1983, estructura su nuevo trabajo sobre Fuerteventura:
La sede del auténtico poder insular: de La Oliva a Las Palmas de Gran Canaria, al socaire de la terratenencia que labró el feudo politico de los oligarcas grancanarios.
Los Velázquez en el reto conservador (1892-1896).
Entre locales y plebiscitarios.
Las elecciones a Cortes por el distrito de Fuerteventura (1912-1923): orígenes y primeras versiones del Partido Majorero.
Todos los caciques con Primo de Rivera (1924-1930). El dominio de los patriotas insulares en la Segunda Repúlica.
Lo publica el Excelentísimo Ayuntamiento de Puerto del Rosario en 2021.